El racismo sigue matando y miles de personas alrededor del mundo se han levantado en contra de ello
#BlackLivesMatter. Este es el lema con el que millones de estadounidenses vuelven a protestar en contra de la discriminación racial alrededor del país. El desencadenante esta vez ha sido el asesinato del afroamericano George Floyd. Sospechoso de comprar en una tienda con un supuesto billete falso de 20 dólares, el oficial Dereck Chauvin, del cuerpo de policía de Minneapolis, le puso boca abajo en el suelo y presionó el cuello de Floyd con su rodilla durante 8 minutos y 46 segundos. La autopsia confirmaba que George Floyd había muerto por asfixia el 25 de mayo de 2020. Pero no fue solo la asfixia lo que lo mató, sino el sistema de supremacía blanca y discriminación racial que afecta a Estados Unidos desde que el mundo es mundo.
Las manifestaciones estallaron en Minneapolis, pero se extendieron rápidamente por todo el país, llegando a haber protestas en los cincuenta estados, incluidos Alaska y Hawái. “El racismo es tan americano que cuando protestas contra él, la gente se piensa que estás protestando en contra de América” o “Si estás cansado de escuchar hablar sobre racismo, imagínate lo cansadas que tienen que estar las personas que lo sufren” han sido algunos de los mensajes que se han visto en las pancartas de las diferentes concentraciones. Éstas han sido pacíficas en su gran mayoría, aunque en algunas ciudades como Washington D. C. o Nueva York, donde se han impuesto toques de queda a las 19.00h, se volvieron violentas. La razón de esto, según diferentes sociólogos y expertos en comportamiento de multitudes, como Clifford Stott, de la Universidad de Keele (Inglaterra), es la forma en la que responde la policía ante esas protestas. Si los manifestantes sienten que los agentes de policía van a usar su poder para ejercer sobre ellos una fuerza injustificada, comenzaran los disturbios.
Pancartas vistas durante las manifestaciones #BLM compartidas en redes sociales
Sin embargo, muchas otras fuerzas de seguridad han apoyado estas protestas. Han dejado las pelotas de goma y los gases lacrimógenos a un lado y en su lugar se han arrodillado ante los manifestantes. Este gesto viene del jugador de fútbol americano Colin Kaepernick. El afroamericano, en un partido durante 2016, se negó a cantar el himno de la nación y clavó su rodilla en el suelo al escucharlo como símbolo de protesta contra la segregación racial y violencia en contra de la población negra en Estados Unidos.
Todo este movimiento ha tenido respuesta por parte de los supremacistas, quiénes han manifestado su miedo a perder su poder como blancos y su estatus en la sociedad protestando en contra y levantando pancartas con el lema #AllLivesMatter. En una tierra donde los nativos indios fueron privados de ella y donde posteriormente se levantaron ciudades a costa de la esclavitud de millones de negros llegados de África, la frase de Angela Davis parece idónea para pintarla en cada esquina del país: “En una sociedad racista no es suficiente con no ser racista. Debemos ser antirracistas”. No hay que olvidar que tolerar el racismo es, al fin y al cabo, otra forma de racismo. Y no enseñar a los estudiantes en las escuelas las injusticias que los indígenas y los negros han sufrido a costa del colonialismo es una eliminación a conciencia de la historia del país que solo beneficia a la supremacía blanca.
“En una sociedad racista no es suficiente con no ser racista. Debemos ser antirracistas” - Angela Davis
Las manifestaciones han tenido tal repercusión que han cruzado fronteras y saltado océanos. América Latina, Australia y Europa han sido también escenario y testigo del movimiento #BlackLivesMatter. Lo más sonado ha sido el derribo de estatuas de antiguos colonizadores o traficantes de esclavos. En Bristol (Inglaterra), un grupo de manifestantes derribó la estatua del comerciante de esclavos Edward Colston. En países como Reino Unido, Francia o Bélgica, entre otros, se han llevado a cabo diferentes peticiones populares y recogida de firmas donde se pedía la retirada, o en todo caso, contextualización, de figuras como Winston Churchill, Jean Baptiste Colbert o Leopoldo II.
Por su parte en España, dos semanas después del asesinato de George Floyd, miles de personas llenaron las calles de Madrid, Barcelona o San Sebastián sumándose a las manifestaciones celebradas alrededor de todo el mundo. Las concentraciones de la capital se llevaron a cabo de forma pacífica y sin ningún incidente, donde los manifestantes protestaron enfrente de la embajada estadounidense contra el racismo y en memoria del afroamericano asesinado en Minneapolis. En Palma de Mallorca, la estatua de Fray Junípero Serra fue pintada de rojo con la palabra “racista” en el pedestal. Este fraile mallorquín es conocido por sus misiones evangélicas en la costa oeste de Estados Unidos. En ciudades como Los Ángeles o San Francisco también se ha derribado su figura.
La llegada del movimiento #BlackLivesMatter a nuestro país ha hecho que diferentes colectivos antirracistas reivindiquen que esto no es exclusivo de Estados Unidos, sino que en España también hay racismo. Solo hace falta mirar a nuestras costas y ver los miles de migrantes que mueren en el mediterráneo, o las agresiones que sufren los menores internados en los CIES, o la situación precaria de centenares de jornaleras y jornaleros inmigrantes trabajando en España. Bramwell Noah R Mberi, graduado en la universidad de Zimbabue y profesor de inglés actualmente en España afirma que al trabajar en educación la gente asume que es estadounidense. “Asocian africanos de África como pobres y sin educación, pero ignoran que muchos de ellos son graduados universitarios que huyen de malos gobiernos en sus países. Yo he trabajado en construcción con médicos e ingenieros que están aquí como peones. Muchos vienen sin papeles y homologar estudios es una tarea muy complicada y larga”. Es un problema que afecta mundialmente, alimentado por el miedo a lo diferente, a la hipocresía y a la ignorancia. Definitivamente, la mejor arma para luchar contra el racismo sigue siendo la educación.
Texto: Sofía Nicolás
Fotografías compartidas en redes sociales
Artículo publicado en la revista Contraportada nº3
Comments